domingo, 27 de marzo de 2011

El turista suicida

La decisión de Craig Ewert, que sufre una enfermedad neuronal, es respetable tanto si uno está a favor como en contra de la eutanasia. Él es quien toma su decisión, sabe las consecuencias que conlleva y las acepta. Realmente debía estar abatido para querer acabar con su propia vida. Sin embargo, hay personas que sufren dolencias parecidas y siguen viviendo, como por ejemplo Stephen Hawking. Aun así me parece correcto que en casos de enfermedades terminales, y sin cura por el momento, se lleve a cabo un suicidio asistido. Para vivir en esas condiciones sin poder valerte por ti mismo y sólo sufrir (físicamente y emocionalmente) es mejor morir.
Ahí está la principal diferencia con el caso de la otra pareja. El marido sufre una grave cardiopatía y quiere un suicidio asistido. En ese caso daría el visto bueno pero es el caso de la mujer el que no me parece del todo convincente. Ella afirma que su marido lo ha sido todo para ella, que sin él no podría vivir, y por ello quiere morir con él pero realmente ella no tiene ningún dolor "físico". En el supuesto de que su marido muriera y ella no, la mujer sufriría"emocionalmente" (una depresión) pero con ayuda podría recuperarse y seguir una vida normal. Personalmente, no me parece suficiente pero también hay que ponerse en su lugar y pensar que han pasado muchos años. Quizá esa sea la razón, al ser joven todavía no aprecias esos detalles.
También hay que resaltar el papel de la señora Ewert. Por ejemplo, ella también podría pedir un suicidio asistido como la pareja anterior. Sin embargo, se muestra fuerte e incluso llega a decir que puede parecer que no está afectada. Ante una situación como la suya su actitud fue la mejor posible, mostró una entereza admirable. Venirse abajo sólo habría servido para hacer todo el proceso más duro.
Por último creo que Dignitas y el "doctor Muerte" (como es apodado en el documental) son tratados como criminales. Las leyes, la Iglesia o incluso la sociedad siguen dificultando que la gente pueda morir según su propia decisión. Sólo en Suiza, Bélgica y Oregón se permite este tipo de prácticas pero aun así parece que su trabajo se lleva a cabo en la clandestinindad, como si fuese algo prohibido. Me parece correcto que estén controlados por las autoridades pero sobrepasan el límite de la privacidad. Lo más impactante es que piden un vídeo de cómo muere cada paciente para asegurarse de que el doctor no les obliga a tomarse el sedante. Muchos dirán que están jugando a ser Dios pero desde mi punto de vista lo único que hacen es ayudar a las personas a alcanzar lo que realmente quieren aunque sea algo tan fuerte como la muerte.
En resumen el documental me ha parecido sincero, sin dramatismos y por encima de todo sobrecogedor. Lo que quizá tendría que ser un derecho está al alcance de muy pocos.

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